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07-12-2014

 

 

Una nueva generación de militantes: apuntes sobre no a la baja

Foto: Foto: Rebelarte

SURda

Opinión

Ramón Gutiérrez

 

Esbozaré aquí algunas reflexiones apenas desarrolladas y formuladas como sentencias, para disparar un debate que entiendo crucial: nuestra sociedad precisa como el aire parir una nueva generación de militantes, una que se encuentre en nuevas formas organizativas, en nuevas formas de pensar y vivir la actividad política, una que haga el luto de viejas estructuras partidarias visiblemente agiornadas y felices con la democracia liberal representativa para colaborar en la puesta en movimiento y práctica cotidiana de un proyecto político-cultural de sociedad radicalmente democrático.

Dardos para el debate político entre jóvenes… y no tanto

“Los jóvenes cuyos ideales expresan inteligentemente el devenir constituyen una Nueva Generación, que es tal por su espíritu, no por sus años. Basta una sóla, pensadora y actuante, para dar a su pueblo personalidad en el mundo. Cada generación anuncia una aurora nueva, la arranca de la sombra, la enciende en su anhelar inquieto. Si mira alto y lejos, es fuerza creadora. Aunque no alcance a cosechar los frutos de su siembra, tiene su recompensa en la sanción de la posteridad. La antorcha no se apaga nunca, cambia de manos. Cada generación abre las alas adonde las ha cerrado la anterior, para volar más lejos, siempre más. Cuando una generación las cierra en el presente, no es juventud: sufre de ancianidad precoz. Cuando vuela hacia el pasado, está agonizando; peor, ha nacido muerta”. José Ingenieros

Saludo el debate que instala en esta dirección la “generación no a la baja” y convoco a los que en ella se reconocen a no dejar de tirar puentes con otros jóvenes y no tanto, compañeros y compañeras identificados con otras luchas y experiencias.

Espero que las notas que aquí dejo no sean tomadas en ningún caso como ataque o menosprecio a la tarea militante de cada compañero que dejo su huella en la reciente victoria, de la que nos sentimos parte a pesar de no haber estado en la primera línea de fuego, para ser apenas uno más de los que hizo su parte en las esferas de influencia más cercanas. Espero asimismo zafar del aire viciado de las elecciones, sobre todo del manto de niebla que suele imponer sobre nuestro pensamiento y que nos tiene un tiempo a los manotazos clasificándolo todo en grandes grupos y presumiendo sobre a quien le hace el juego cada movimiento por ínfimo que sea.


El No a la baja: ¿tarea cumplida?

1- Triunfos y derrotas, liga y cancha: el No a la baja ganó en la liga pero perdió en la cancha. Justo al revés de lo ocurrido con el Si rosado (cuya militancia de base contó también con una "generación” joven), el No a la baja triunfó en las urnas, pero el estado ideológico de las mayorías dan cuenta que perdió en la cancha. Esto augura un futuro con un contundente trabajo de la derecha para seguir encostrando el conservadurismo en nuestras mentes y en la política de seguridad del gobierno. Sino distinguimos los ámbitos de triunfo, poco podremos orientar nuestra militancia para esa misma lucha, o poco podremos hurgar en “las causas de la violencia realmente existente”, de la que se aprovecha la derecha para hacer política y construir sentido común.

2- Responsabilidad sobre triunfos y derrotas: el triunfo en la liga es fruto del esfuerzo militante ante un escenario inicial muy desfavorable. Por el contrario la derrota en la cancha (por el momento) obedece a un proceso extendido de desestructuración social, hijo de la economía de mercado, y al abandono casi absoluto (salvo honrosas excepciones) de la militancia territorial y comunicacional por parte de la izquierda. En la misma dirección, la aceptación del ancho de banda de discurso impuesto por el statu quo económico, político y mediático, por parte del grueso de la izquierda institucional, empobreció la lucha pública de ideas, fortaleciendo el sentido común liberal-conservador.

3- El triunfo en la cancha de la lucha por memoria verdad y justicia , cuyos mojones fueron el voto verde y rosado, dan cuenta de que construir hegemonía a nivel social requiere procesos de militancia de largo aliento, ya que su lucha viene muy muy de atrás. Digo hegemonía en el sentido que alguien reivindicando la dictadura y la represión por ella desatada tiene poca llegada social en Uruguay y la lucha por los DDHH tiene hoy enorme simpatía en las mayorías sociales. No estaremos al nivel del avance argentino, pero estamos adelante de muchas naciones que cerraron sus dictaduras en tiempos similares al Uruguay. Podemos decir que las organizaciones específicas de derechos humanos (Madres y familiares, Hijos, CRISOL, entre otras) han sido claves para sostener sin descanso estos procesos, así como el compromiso de las organizaciones del movimiento popular para mantener viva la memoria y hacer suya esta lucha. La movilización del 20 de mayo constituye un hito de masas que nos encuentra cada año y nos vuelve a comprometer una y otra vez como pueblo para seguir buscando a los que no están. Es clave reconocer que han sido las organizaciones tradicionales de DDHH las que persistieron y estructuraron esta lucha y hacen punta en los avances que tenemos como sociedad. Desde esta mirada tenemos realidades diametralmente diferentes en el plano organizativo de cara al futuro para la “continuidad instituyente” del No a la baja.

4- El gobierno se “guiará” por la fuerza social y política que seamos capaces de hacer . La derrota del plebiscito rosado no implicó un retroceso político. Avanzamos menos, pero seguimos avanzando. La afinidad de un conjunto de fuerzas políticas vinculadas al gobierno y, sobre todo, la tenacidad silenciosa de la lucha de muchos hace que se sigan dando pasos concretos que constituyen triunfos en sí. En el plano del “No a la baja” su objeto puede directamente sucumbir en el propio plebiscito mientras las fuerzas sociales, políticas y mediáticas (empresariales) que lo impulsaron seguirán haciendo su tarea para instituir la mano firme como concepción de seguridad. Lo han hecho hasta ahora y lo han logrado sobre todo en el último ministerio del interior. Lo seguirán haciendo y probablemente lo sigan logrando.

5- El No a la baja no implica una ofensiva sino una resistencia lograda con sudor y lágrimas a un ultra-derechazo inesperado que se hizo de medios “nuestros” para hacer política. Para dimensionar políticamente lo ocurrido es importante saber que la izquierda social y política logró que no se modificara el código penal para menores de 16 años. No logró avanzar en una concepción de convivencia social superadora, ni mucho menos instalar la necesidad de revisar el plano normativo a nivel constitucional para erosionar el sistema de derecho que legitima las insoportables desigualdades sociales que tiene el Uruguay. Para pasar de la resistencia a la ofensiva como quien esquiva el golpe y da el zarpazo, para atacar la “causa de la inseguridad” (con la severidad que anhela el futuro presidente), para construir agenda y no solo reaccionar frente a la agenda que impone el enemigo, habrá que forjar fuerza social que se organice contra la opulencia por la distribución de la riqueza y batalle contra sí misma para ser capaz de edificar una nueva cultura centrada en la vida humana y no en la propiedad y el consumo.

6- Bienvenida la victoria y la experiencia política del No a la Baja: en tiempos donde la experiencia política de movilización, militancia comprometida y victorias son escasas, bienvenida ésta. Genera mancomunión entre militantes diversos y permite visualizar la potencia del pueblo organizado, la fuerza que tenemos cuando batallamos juntos quienes estamos debilitados por el desparramo o bien reñimos en otros campos. Y ganar no es menor porque no hay ofensiva sin resistencia y para derrotas tenemos experiencia ampila. La derecha no descansa y siempre habrá necesidad de resistir.

7- Las generaciones rara vez se autodenominan: a no ser en el ámbito educativo, rara vez las personas se dicen de tal generación. Es a posteriori que por sucesos de relevancia histórica se reconocen generaciones en el plano político o cultural. Esa tarea la hacen otros y rara vez los propios integrantes. Los spot promocionando la identificación con la generación No a la baja fueron inmediatos, lo que da cuenta de una intencionalidad expresa. Personalmente no me disgusta para nada cuando las encuestas de juventud dan cuenta de que las mayorías de nuestro pueblo construye su identidad con equipos de fútbol y conjuntos musicales. Así que bienvenido que un grupo de nuestros jóvenes se reconozca como parte de la generación No a la baja, con una lucha, con un enfrentamiento ideológico con la derecha, con una resistencia vuelta conquista. Hacia qué molino va esa agua lo sabremos después, seguramente hay quienes tienen su intención en acarrearla. En cualquier caso, si es generación, se construirá su rumbo en siguientes experiencias sociales y/o políticas.

8- Es deseable que surjan de esta “generación” nuevos colectivos sociales y/o políticos. No habrá generación sin organización/red posterior que la reúna. A no ser en un sentido nostálgico, como se encuentran hoy viejos compañeros de escuela o liceo cuyo único factor “organizador” son los recuerdos. En un sentido proyectivo, como potencia por explorar apenas parida en esta batalla, esta “generación” solo podrá existir si se estructura. Para eso pasará múltiples pruebas, las mas difíciles, no diluirse por ausencia de causa inmediata tangible y no ser absorbida por la máquina institucionalizadora del Frente Amplio. Esta experiencia puede abrir juego a nuevos espacios organizados que articulen la continuidad de la militancia. Es deseable que así sea, porque si algo no puede ocurrir es la desaparición de esa fuerza de la vida política y social del Uruguay.


No a la baja, una experiencia política más dentro de una nueva generación de militantes

1- La Generación No a la baja constituye una experiencia política más dentro de un arco de batallas libradas por “jóvenes” crecidos post dictadura. Esta generación de militantes viene existiendo y se da a conocer por pulsos visibles más o menos transitorios. Está constituida por un rango etareo amplio y sus integrantes se reconocen en experiencias sociales y políticas recientes: las ocupaciones del 96, las huelgas universitarias del 2000 y 2002, la militancia por el agua, por el Sí rosado, en defensa de la tierra el agua y la vida, por el No a la baja…

2- Esta generación está débil y dispersa. Ha optado por distintos caminos organizativos en lo social y político. Los pulsos invisibles del quehacer de base la articulan de vez en cuando como tal, pero las más de las veces es tamizada por cimbronazos de la inercia centrípeta de la izquierda institucional.

3- Se caldeó con las luchas latinoamericanas de estas décadas: con el movimiento sin tierra en Brasil, con el movimiento piquetero en Argentina, con los pueblos originarios de Bolivia y Ecuador, con la revolución bolivariana, con los zapatistas en México, con los estudiantes chilenos… No vivió en la nostalgia de tiempos pasados presuntamente heroicos, atada a libros y teorías petrificadas, sino que continuó andando, aprendiendo de su lucha social y de movimientos hermanos.

4- La nueva generación de militantes no tiene ninguna cuenta pendiente con la experiencia socialista mundial. El fracaso de la URSS no le pesa, nunca fue para ella faro ni referencia y por eso no le cuesta seguir levantando el horizonte socialista. Para ella la experiencia soviética es aprendizaje histórico tanto como las distintas fases del capitalismo.

5- La nueva generación de militantes no carga ni cargó un fusil. Los debates sobre estrategia están para ella tan abiertos como todos los debates, aunque le cueste hilar fino por su profunda orfandad.

6- La nueva generación de militantes no fue educada en dictadura ni sufrió la bota militar. La democracia liberal no es una conquista, es el sistema de dominación que hay que superar.

7- La nueva generación de militantes tiene años de conocimiento en la forma de entender la política por parte del progresismo. Festeja los avances y nuevos derechos sin comerse ninguna, sin regalar lealtad. Mira con simpatía de recuerdo de gurí la bandera de Otorgues empuñada por el Frente Amplio, pero no la forjó ni tiene deuda histórica con ella. Sabe que dicha fuerza es de otra generación que decidió agotar allí sus añoranzas de cambio. Pero sabe sobre todo que le toca a una nueva generación forjar nuevos sueños y un nuevo proyecto integral de transformación radical de la sociedad.

8- Para la nueva generación no todo tiene precio. Se toma en serio que crecimiento económico no es igual a buen pasar de las mayorías ni mucho menos avance civilizatorio. Cada vez le causa más ruido la moralización del desarrollo como supuesto horizonte superador, lleno de eslogans y palabras en boga, pero carente de disputa cultural. El cuero menos curtido de sus jóvenes tiene como contra cara ventajosa una mayor sensibilidad y sorpresa ante la degradación del entorno y los abusos evidentes de quienes más tienen.

9- La nueva generación de militantes quiere luchar y divertirse , sacrificarse y gozar. Se organiza pero no castra, genera consciencia pero no amputa, apunta al enemigo pero se sabe falible. Quiere alegría como medio y fin, quiere compromiso como medio y fin, quiere sociedad nueva hoy y mañana. Sin paraíso, hacerla caminando.

10- La nueva generación de militantes se sabe poca , pero no por eso se achica frente a nadie. No vende humo de gestas heroicas mientras ahoga en una copa lo penoso de su devenir militante. Pocos son los que mandan en el mundo. Pocos son los enemigos. Se sabe poca y poco el enemigo, sabe que mucho es el pueblo y solo junto a él emprenderá los desafíos más grandes.

11- Para la nueva generación, la política es actividad creadora, persistente fuerza formativa y organizadora de los más . Sabe que sólo la simpatía crea organizaciones fuertes, sanas, capaces de entusiasmar en la construcción de un nuevo proyecto de sociedad. Por eso esquiva la pose y combate la inercia centrífuga antipática y empobrecedora que tanto daño le ha hecho a la izquierda social y política.

12- La nueva generación se reconoce contradictoria , reúne viejas prácticas con nuevas formas de organización y lucha, encuentra jóvenes con algún veterano o veterana. Lejos del purismo y la perfección, busca en su diversidad sacar polenta para enfrentar el devenir. Sigue porfiando, imperceptible. Da señales de vida cada tanto. Cuando se rejunte sorprenderá a más de un distraído que cree que la historia es repetición o continuidad evolutiva, que “su obra generacional” seguirá logrando seducir con espejitos a quienes nacieron para dar luz a algo radicalmente nuevo.


Como en todos los tiempos las generaciones no son cerradas y dentro de una misma edad o experiencia política hay quienes se encarrilan en viejas propuestas o se vuelven indiferentes. Hay flujos de entrada y salida permanentes en múltiples direcciones. Constituyen una generación aquellos que arriesgan a crear lo nuevo, a dar peleas que otros no dan o levantar banderas hoy enmohecidas, vueltas museo y nostalgia, para recrearlas a su parecer.

Las generaciones no se autodenominan, pero está bien que queramos ser parte de una. Dejo aquí mis impresiones que no pueden evitar mezclar realidad y deseo. No existirá una nueva generación de militantes que incluya el No a la baja entre sus banderas y trofeos de guerra, que tenga vocación de trascendencia, sino logra reencontrarse y forjar un nuevo referencial que dé cuenta de su voluntad transformadora sistémica. Lo lindo de la historia, aunque a veces resulte abrumador, es que la pelota siempre esta en nuestra cancha.

Fuente: http://www.zur.org.uy/

 
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